La persona portadora de una alteración física que no acepta, tiene inseguridad en sí misma y evita el contacto interpersonal con la idea constante de ser objeto de observación y eventual rechazo por parte de los demás.
A nivel consciente, le genera dos grandes temores: ser objeto de un permanente escrutinio por los otros y el temor de quedarse afectivamente solo. Temores que pueden transformarse en la “profecía autocumplida”, ya que su imagen propia y la baja estima lo inducen a no establecer contactos adecuados por temor al rechazo, lo que le dificulta o impide conocer personas, tener amigos y limita sus posibilidades de encontrar pareja.
Es frecuente entonces que el joven portador de una insatisfactoria imagen corporal (sea real o imaginaria) se aísle y busque ansiosamente pasar inadvertido, actitudes que pueden condicionar un carácter depresivo, o bien compensar su déficit, asumiendo una actitud de superioridad con actos agresivos, prepotentes, descalificadores o arrogantes. Un riesgo no menor es buscar refugio en el alcohol, las drogas o de endurecerse emocionalmente tomando una actitud de indiferencia frente al mundo que lo rodea, como compensación a su malestar.
T.F. Cash (1991) ha identificado los principales pensamientos vigentes que tienen las personas que sufren con su imagen corporal:
* “La gente atractiva lo tiene todo”, * “Todos, en primer lugar, se dan cuenta de mi aspecto”, * “La apariencia física representa cómo soy interiormente”, * “Si pudiera cambiar mi aspecto como deseo, mi vida sería mucho mejor”, * “Si cambio mi apariencia, podría controlar mi vida social y emocional”, * “Mi apariencia es responsable de las cosas que me ocurren en la vida”, * “Debería saber siempre cómo hacer para resultar atractivo”, * “El único modo en el que podría aceptar mi apariencia es modificándola”.
Es importante destacar que para un niño pequeño y nacido con alguna alteración física, la misma no existe, ya que siempre fue así. Sin embargo, el niño tiene un espejo donde mirarse y verse reflejado a sí mismo, que es la mirada de sus padres. Sin duda, los efectos no serán iguales si se siente aceptado y querido tal cual es o si va descubriendo mensajes de rechazo, de piedad o de exigencia en sus progenitores. La calidad y cantidad de esas señales determinará si la eventual deformación será un obstáculo en su desarrollo personal o en la medida que se sienta aceptado, será este el molde con el que funcionará en su futuro.
…………………………….
E. Norberto Abdala, para VIVA del 6-11-11